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*VIVENCIAS DE UN MONTAÑEZ*
Atravesé el arroyo blanco
por su cause más estrecho
cuando la aurora apenas hendía
la maraña de estrellas
y se deshacia de las sombras.
Un frescor matinal acarició mi cuerpo
y ví las hierbas perladas del rocío.
Contemplé en la distancia
el pequeño bosque de diez mil pinos.
El cielo desplegaba
su manto azul de Eternidad
sobre las aguas relucientes.
El río de plata fluye en la lejanía
se va, pero no vuelve.
Percivo a los Inmortales
en el interior de las nubes coloreadas.
Los pajaros deslumbrados por el Sol
revolotean gozosos.
Serpenteantes peñazcos
conducen a los cielos azules.
Un aroma sutil de invisibles capullos
se desprende del campo de flores.
En la cima de la colina
se divisa una hermita,
una senda serpentea hacia su cumbre.
Me senté en lo alto de la colina
para contemplar un mundo de oscuros designios.
la enorme extensión se sumergió trémula
en la media luz del crepúsculo.
Los últimos rayos del Sol
iluminaron sólo el vertice de los pinos
y la cumbre de los cerros.
Tan sólo una franja de rojas nubes
permitía ver el tránsito del Sol.
Surgieron los negros contornos
sobre las quietas profundidades,
los reflejados cielos mostraban pálidos
un prolongado fulgor.
Ya colina y bosque se habían sumido
en la oscuridad,
las márgenes del río no mostraban
más que una quebrada línea
ante la menguada vista.
La noche está encima
los vientos nocturnos se lamentan.
Alguna brillante estrella
espejará su encanto sobre el plateado estanque.
Y yo tomo mi laud
mi único amigo
sus vibrantes cuerdas
sollozan un instante y luego sus lamentos
despiertan los recuerdos imborrables
que a traves de voces inmortales
responden a sus cuerdas.
Hasta que desde la linde
del manantial del tiempo
la noche conmovida me obliga a retornar.
Desciendo rumbo a la casa de montaña
bajo el cielo del Sil Lum.
El viejo estanque está iluminado por la luna.
Desde aquí podría tocar las estrellas.
Guardo silencio, no me atrevo
a hablar en voz alta
podría despertar a los moradores del cielo.
Pienso en los que comparten mi destino
y una felicidad me invade.
Quisiera que desde hoy
siempre estemos de fiesta
y nos podamos reunir en el
nuboso río de las estrellas.
*****
Si me preguntasen porque habito
entre los verdes montes
reiría en silencio,
mi Alma está en calma.
El capullo del duraznero sigue
al agua en movimiento.
Hay otro Cielo y otra Tierra
más allá del mundo de los hombres.
El texto fue armado haciendo una recopilación de poesias orientales con algunos fragmentos pertenecientes a una Escuela de Conocimiento.
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