La montaña se erguía imponente y silenciosa , y una delgada nube de rocío flotaba en el aire límpido del amanecer; nieves eternas se elevaban por doquier y un frio penetrante se colaba por entre los huesos entumeciendo todo el cuerpo. Atrás habían quedado los bosques tupidos y agrestes del valle y hacia adelante el camino se delizaba entre quebradas zigzagueantes y laderas pronunciadas que se hundian en profundos acantilados.
Una tenue luz comenzaba a iluminar el firmamento que permanecía aún cubierto por su manto de estrellas y el paisaje entero parecia hallarse en una extraña calma, como aguardando con apremio...
Fuí encaramándome entre las rocas y las salientes, hasta llegar a una extensa meseta cubierta de nieve desde donde podía observarse la enorme cadena montañosa girar en un semicírculo hasta perderse en lontananza. Inhalé profundo al tiempo que un aire puro y limpido me golpeaba el rostro al pie de aquella extensa superficie nevada.
De pronto un haz de luz llegó hasta mi atravesando el inconmensurable Universo.
Un calor tibio inundo mi cuerpo y fue revitalizándome, devolviéndome a aquel lejano y anhelado estado de pureza e inocencia.
El rayo destellante de luz pronto se deslizó por entre los peñascos y fué contorneandoce a traves de las laderas silenciosas cubiertas de su manto blanco, llevando consigo la vida hacia lo profundo del valle y hacia el bosque de pinos que aún se divisaba en lontananza que pronto se convirtió en un mágico destello incandescente.
Pablo
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