¿Qué es un guerrero?
¿Qué es vivir y seguir el camino del guerrero?
(entiéndase
guerrero/hombre, extensivo a guerrera/mujer)
Un guerrero es un hombre humilde, busca la impecabilidad en
sus propios ojos y llama a eso humildad. Su humildad no es la humildad del
mendigo. No humilla la cabeza ante nadie y, al mismo tiempo, tampoco permite
que nadie humille la cabeza ante él. No es codicioso, la codicia sólo es eficaz
en el mundo de los asuntos cotidianos. Es amoroso, tiene amor a la vida, a la
intriga, al misterio, y muchas agallas. Elije un camino con corazón, y lo
sigue, luego se regocija y ríe. Es honorable, ya que cumple con su deber.
Intenta cultivar virtudes supremas: sentimiento de compasión, amor,
magnanimidad, simpatía, afecto hacia los demás, virtudes que hacen al hombre verdadero.
No tiene tiempo ni humor para fanfarronear, ni para mentirse
a si mismo, ni para equivocarse en la jugada. El mentir es considerado una
debilidad y una deshonra. Su palabra lleva el peso de la verdad; y la apuesta
es demasiado alta, su vida, que tanto tiempo le llevó afinar y perfeccionar.
Todo lo calcula, no es una hoja a merced del viento. Nadie puede empujarle,
nadie puede obligarle a hacer cosas contra de si mismo o de lo que juzga
correcto. Esta preparado para sobrevivir y sobrevive del mejor modo posible.
Acepta su suerte, sea cual sea y la acepta con total humildad ya que todo es un
desafío.
Tiene una paciencia inagotable, nunca tiene prisa, nunca se
agota. Sabe que la verdadera paciencia consiste en soportar lo insoportable.
Puede sufrir por largo tiempo, y sin embargo, no envidiar, no envanecerse, no
ser engreído, no provocar inconvenientes, no ser egoísta, no es fácil a la
provocación y desoye el mal; es generoso, veraz y cortés.
Busca la rectitud, que es un camino recto y estrecho, que el
hombre debe tomar para recobrar el paraíso perdido, siendo esta la facultad de
decidir cierta línea de conducta, de acuerdo con la recta razón y el deber; sin
titubear.
Dedica su vida a estudiar y entender. Se esfuerza para
elevarse por medio de la meditación a zonas del pensamiento que exceden los
límites de la expresión verbal. Busca el conocimiento, que habla del Ser de una
especie ética, de la introspección de nuestra naturaleza moral, que no se puede
considerar como tal hasta que se asimila al espíritu del que estudia y se
manifiesta en su carácter. En los tiempos de samurái la pura inteligencia se
juzgaba inferior a la emoción moral.
Confucio decía, “El estudio sin ideas es trabajo perdido; las
ideas sin estudio, son peligrosas.”
Entonces, los sentimientos más naturales se mantienen bajo
un perfecto dominio, serenidad en la conducta, compostura de espíritu, que no
deben perturbarse por ningún género de pasión.
El camino del guerrero ofrece al hombre una vida nueva, y
esa vida tiene que ser completamente nueva. No puede uno llevar a esa nueva
vida sus viejas y malas costumbres. Todo el que quiera seguir este camino ha de
librarse de la compulsión de poseer cosas o personas y de aferrarse a ellas.
Cuando un guerrero deja de tener cualquier clase de expectativas, las acciones
de la gente ya no le afectan. Una extraña paz se convierte en la fuerza que
rige su vida, ya que lo que debilita al hombre es sentirse ofendido por lo que
hacen o dejan de hacer sus semejantes.
Entonces el guerrero no está hecho a la entrega y a la
queja; ni está hecho a ganar o perder, y, dependiendo de ello, convertirse en
perseguidor o víctima; de nada le sirve estar triste, quejarse y sentirse
justificado de hacerlo creyendo que alguien le está siempre haciendo algo.
Nadie le está haciendo nada a nadie, y mucho menos a un guerrero. La
autocompasión responde a quien se siente importante, merecedor de mejores
condiciones y mejor trato, o bien a quien no quiere hacerse responsable de sus
actos que lo condujeron al estado que la suscitó. Sentirse importante lo hace a
uno pesado, torpe y banal; por eso para ser un guerrero se necesita ser liviano
y fluido, reconocer el dolor pero no entregarse a él; ver en el interior para disipar
la ilusión de la victoria, la derrota o el sufrimiento.
“Aunque lo desnudes y lo insultes, ¿Qué le importa? Nadie
podrá manchar su alma con su ultraje. Cuando otros digan toda suerte de cosas
malas sobre el, no devuelve mal por mal, sino que reflexiona que no fue fiel en
el cumplimiento de los deberes”
El modo más eficaz de vivir, es vivir como un guerrero.
Puede que piense y se preocupe antes de tomar una decisión, pero una vez que la
ha tomado, prosigue su camino libre de preocupaciones o pensamientos.
Ese es el camino del guerrero.
Bushido, los caminos, los modos que los nobles guerreros
deben observar, tanto en su vida diaria como en su profesión, los preceptos de
la caballerosidad es una ley escrita en las fibras del corazón.
El guerrero ama, y eso es todo. Conoce lo que es justo y lo
ejecuta. Un hombre verdaderamente valeroso está siempre sereno, jamás es tomado
por sorpresa, nada perturba la ecuanimidad de su espíritu. Está hecho a la
lucha, y cada lucha es su última batalla sobre la tierra, evalúa cada acto como
si fuera su última batalla. Vive de actuar, no de pensar en actuar ni de pensar
que pensará cuando haya actuado. Sabe, que su vida acabará demasiado pronto, y
debe aprovechar cada instante de la misma. Acepta la responsabilidad de sus
actos, hasta el más trivial de sus actos.
Debajo de este instinto de lucha nace un instinto divino de
amor.
Sabe que no puede escapar a su muerte, y no la busca, porque
la muerte va a alcanzarlo de todos modos;
Él busca la perfección del espíritu, única tarea digna de
nuestra transitoriedad y nuestra condición humana.
Saber y obrar no son más que una misma cosa. El ser humano
es una sustancia que debe alcanzar mediante el trabajo interior y el control de
la atención, la gran maestría sobre si mismo. La verdadera victoria es la del
dominio sobre sí mismo.
Al Guerrero Samurai se le exigía el imperio sobre si mismo.
Su espada es el emblema del poder y del valor, símbolo de lo que lleva en su
alma: lealtad y honor. Su arte es el impulso de la búsqueda del propio
interior, del propio dominio y la propia disciplina.
Todo verdadero Maestro enseña el “Camino del guerrero”, y
enseña a dejar atrás los traumas y bajezas propios de esta cultura en
decadencia, donde se perdió el ensueño y el contacto con lo divino, donde se
perdió la verdadera moral y el cumplimiento de los deberes, donde ya no se
encuentran virtudes que hacen a mujeres dignas y hombres verdaderos, donde los
niños crecen desprotegidos en un mundo supuestamente hostil, donde por falta de
amor se necesitan leyes escritas por hombres que lejos están de regular una
vida acorde a las leyes divinas y representar la justicia divina; sino que
están al servicio de su ego, siendo avaros y codiciosos, buscando solo su
propio beneficio, olvidando que deberían servir al pueblo y cuidar a éste.
*La única libertad que tienen los guerreros es la de
comportarse impecablemente*